Hoy he vuelto a soñar contigo
Luna,
y he querido despertarme en seguida
para certificar que no estabas aquí.
Hoy te he vuelto a perder
y sigo sin arrepentirme de haberte dejado marchar.
Prefiero perderte mil veces más
que no ganarte nunca del todo.
Así aprendí a sobrevivirte,
poniendo mis ojos lejos de los tuyos,
clasificando los recuerdos empezando por los que más duelen
y lanzando a la hoguera todos los poemas que te escribí
y nunca llegué a (a)prender(me).
Te has convertido en un susurro que nunca calla del todo,
esa canción que escuchas durante un día entero
y siempre vuelve a tu cabeza
cuando estás triste,
o cuando ves besarse otras dos almas en pena
castigando la ciudad con tu silencio.
Y no quiero que pienses en esto como una llamada de socorro,
o como un rompecabezas,
tan sólo es una manera más de saberte parte de mí,
que aún después de tanto tiempo,
y tantas despedidas,
sigo encontrándote en el único lugar que no controlo.
Que sigo nadando en dirección contraria a tu destino,
atracando en aquellos bares
que me ayuden a huir de tus caderas,
escribiendo como único sustitutivo del sexo contigo.
Y es que
soñar contigo
no es lo más peligroso.
Lo más peligroso es saber
que un día de estos
dejaré de hacerlo.
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