El Príncipe de los Gatos

El Príncipe de los Gatos

sábado, 11 de junio de 2016

Raíles

Así acabaremos cometiendo los mismos errores con distinto nombre.

Así que no lo hagamos.

Dejemos en el suelo unas huellas con sabor a victoria
a cerveza que recordar
a latido por responder.

Entremos en una vorágine de disparos cruzados
que nunca den en el blanco,
desgranemos los segundos
como si todavía nos quedaran horas a las que agarrarnos,
desnuquemos la conciencia para vernos resurgir en otro sueño
y libremos esa batalla que acabará por derrocar las lágrimas del centro de nuestros cuerpos.

Equivoquémonos
démonos abrazos que nunca nos obliguen a cerrar los ojos,
esparzamos pétalos por el aire y sorbamos juntos el aroma que dejen al explotar,
sumerjámonos en una lluvia de elementos descubiertos entre nuestras manos
pintemos las calles con los versos que aún no nos hemos escrito,
que aún nos quedan palabras resguardadas en las pupilas esperando ser lanzadas en algún bar de apellido déjà vu.

Ahorquemos a todo aquel que se atreva a poner en duda nuestra libertad compartida
el origen de este romance pasajero que nunca se atrevió a saltar del tren
y que entre anden y anden
fue dejando versos enquistados en los raíles.

Aceptemos la caducidad del paraíso
y olvidémonos de futuros y espejismos,
que lo importante es saber que respiramos al mismo tiempo,
que bailamos estrechando los kilómetros
que nos pensamos
como si hacerlo
fuera la respuesta
a una pregunta
que aún no nos hemos hecho.

Y tal vez
no nos hagan falta las metáforas
el día que decidamos recibirnos
con un beso.

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