El Príncipe de los Gatos

El Príncipe de los Gatos

jueves, 4 de agosto de 2016

Al gato que nunca tuve y al amigo que llegó

A él también lo abandonaron una noche de luna nueva
y tiene los ojos tristes de su padre.

Ambos nos hemos acostumbrado a vivir con el silencio
entendimos que la soledad no es un estado de ánimo
sino una forma de vida,
y juntos comprendimos el valor de acurrucarnos en algo más
que el recuerdo.

La primera vez que lo vi fue en un cartel de se busca
y yo tenía un sitio donde huir.

Ahora cuando me marcho
maúlla
y llora,
yo intento enseñarle que la libertad no es eso,
y que el amor se encuentra,
no se busca.

Pero el verdadero reto está en bajar la guardia
incluso después de haber sido tiroteado
una y mil veces.

Él se pasea a su antojo por mi cama
me mordisquea los dedos
y añora un cuerpo que nunca llegó a conocer,
quizás en eso también nos parezcamos.

Cada vez que cierro la puerta chilla y me echa de menos
aún sabiendo que estoy al otro lado
y entonces entiendo
que el amor
es eso.

Cada vez que duermo se acuna en mis brazos
con los pasos necesarios para no despertarme
porque sabe que cada vez duermo menos
desde que sé que no me piensan a lo lejos.
Y eso
también
es amor.

A veces parezco más gato que él
y ronroneo cuando me muerde la oreja izquierda
casi tan bien cómo lo hacía ella,
entonces lo lanzo lejos
le digo que no,
que no quiero acordarme de lo que es ser feliz,
y le dejo una pelota para que también se olvide de mí.

Apenas hace dos semanas que nos conocemos
pero ya sabemos cuáles son nuestros puntos débiles
y los fuertes
hemos decidido no mostrarlos,
porque al amor se va sin miedo
y nosotros
lo sabemos.

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