El Príncipe de los Gatos

El Príncipe de los Gatos

sábado, 27 de agosto de 2016

Los exiliados románticos

Somos lo que queda de una generación a la que nunca pertenecimos del todo,
los exiliados románticos criados entre versos contracultura
y teatros vacíos de esperanza,
fugitivos del sentido que le da sentido a todo
corredores de fondo en una carrera donde las líneas de meta
estaban hechas a base de besos
y noches eternas mezcladas con absenta.

Somos los hijos bastardos del amor hecho polvo a quemarropa
jugada de jazz
baile de discursos locos
en cuya destilación psicológica estaba la solución a cualquier problema.

Y a veces nos negamos a creer que la poesía ha muerto,
intentamos sobrevivir por miedo al fracaso
porque sabemos que el miedo a morir no significa nada en nuestras manos.

Y todo lo que hacemos lo hacemos para darle aliento a ese espíritu roto y moribundo
al que le encanta codearse con el insomnio.

Nosotros,
los poetas,
esos seres atípicos repletos de tópicos,
que por mucho que escriban nunca llegan a encontrarse.

Y no habrá texto, discurso o libro que los defina,
porque en el momento en que se sientan vencidos
encontrarán un motivo más para seguir venciendo.

Nosotros,
los perdidos en la nostalgia eterna de un mundo que no conocimos,
nos hemos rendido a la verdad,
a la fuerza de las palabras rasgando el paladar,
a la certeza de que aún siendo equívocos en el tiempo
acertamos siendo lo que somos.
Niños que juegan
en un campo de minas.

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