El Príncipe de los Gatos

El Príncipe de los Gatos

domingo, 22 de mayo de 2016

Perdóname


Decían que éramos dos locos
porque lo más cuerdo que podíamos hacer
era mirarnos a los ojos
y parar el tiempo.

Siempre fuiste especialista en besos de esos que saben quedarse pero no escapar,
y cada vez que pienso en huir sólo recuerdo la dirección que dejaron marcada hacia tu boca.

La verdad es que he intentado olvidarte,
pero siempre que lo intento encuentro un motivo más para no hacerlo.

Quizás sólo sea otro estúpido intentando abarcar más de lo que puede cargar,
aunque cargarte en brazos siempre nos hizo más livianos,
pensarnos nunca dejó de doler
y querernos fue el mejor regalo de despedida que pudimos hacernos.

Perdóname…

Hoy es uno de esos domingos que miras por la ventana y quieres tocar el cielo,
y por eso te escribo.

La única manera con la que aprendí a volar,
fue dejarte aparecer por la puerta medio cubierta con la sábana
y verte deslizarla poco a poco hasta tocar el suelo.

Y ahora que no puedo hacerlo,
sólo puedo escribir(te) como una excusa necesaria para pensarte
y decirte cosas como que desde que te fuiste
no he conseguido dar dos pasos en línea recta,
ni quitarle a la luna tu silueta
ni acabar otro libro sin firmarlo con tu nombre.

Decirte que todavía sigo bailando por si algún día nos encontramos en otra barra libre de sueños,
porque aún tengo sueños a tu lado,
aunque nunca lleguen a cumplirse.

Perdóname…

Lo nuestro fue un microrrelato al que le faltaron varios versos para hacerlo poema,
una canción con los ritmos desacompasados,
un disfraz cosido en verano que se deshizo a tiras justo antes del carnaval.

Perdóname...

Perdóname por no rendirme,
por seguir siéndole fiel a tus latidos entre tanto ruido golpeándonos el pulso,
perdóname por todas las veces que dije lo que querías oír,
por miedo
vergüenza
o a saber qué más espejismos de esos que nos creamos a nosotros mismos.

Perdóname por olvidarme mí estando contigo.

Perdóname.

No hay comentarios:

Publicar un comentario